Los Tres Deseos

Erase una vez tres hombres que iban por un camino. Uno era un pobre; otro, un científico ateo; y el otro un viejo religioso. Se encontraron con una lámpara que adivinaron que podía ser esa maravillosa que contenía un genio. La frotaron entre risas y ganas de que fuera esa lámpara mencionada.


Surgió el genio imponente, que con voz de trueno les dijo:


- Les puedo conceder tres deseos, pero como son tres les voy a conceder uno a cada uno, con la salvedad de que cada deseo se hará realidad para los tres.


El hombre pobre no pudo aguantar y exclamó:


- Toda mi vida he querido salir de mi situación de pobreza,así que pidiendo perdón a mis compañeros pediré tener riqueza hasta que muera.


El genio alzó su meñique, y como un rayo apareció una bolsa llena de diamantes en las manos de los tres.


Viendo que el religioso meditaba mucho su deseo, se adelantó el científico:


- Mi deseo es tener la vida suficiente para conocer los secretos del universo, por lo que pediré cien años de vida saludable para poder hacerlo.


El genio alzó su otro dedo meñique y sintieron como la juventud les invadía las venas.

El religioso alzó su mirada hacia el genio y dijo sencillamente:

- Deseo que todo esto se haga según la voluntad de Dios.


Los otros dos hombres abrieron sendos ojos. El pobre temía perder su riqueza, el científico se decía a sí mismo cómo se desperdiciaba un deseo así.



....



El genio juntó sus manos, hizo una reverencia y se esfumó.

El religioso sonreía mientras los otros dos lo miraban asombrados.


- ¿Por qué no se perdió lo que pedimos? - preguntó el pobre al ver que nada había cambiado.


- Porque todo lo que se hace sobre la faz del mundo se realiza por voluntad de Dios.- respondió simplemente el religioso, mientras iniciaban nuevamente su caminar - Hasta lo que hace un genio está bajo su Voluntad.


- ¿Entonces por qué pediste que se hiciera según la Voluntad de Dios si sabías que ya era así? - dijo inquisitivo el científico.


- Porque pensé: "Si pido conocer a Dios, que es el más profundo de mis deseos, estaría forzando un encuentro demasiado importante para los tres. El encuentro con Dios es una experiencia voluntaria y personal que no puedo imponerles". Pero necesitaba calmar mi conciencia si vivía todos estos años con tanta riqueza, sabiendo que todo está bajo su bendición. Dios no nos niega las cosas, sólo nos pide que lo tengamos siempre presente.

El científico frunció el ceño y dijo con desgano - Haz desperdiciado un deseo en algo inútil. Tu conciencia quedó tranquila, pero nosotros dos no nos beneficiamos con tu deseo.


- Difiero de lo que dices - dijo el pobre - porque si hubiera sido un deseo inútil el genio lo habría aclarado, pero noté su reverencia al desaparecer de nuestra vista, por lo que pienso que él sí creía en ese deseo pedido.


- Eso es muy sabio, querido amigo - aseveró el religioso - Ya veo que mi deseo ya ha echado raíces en tu corazón y eso me da mucha paz.

Desde allí se separaron estos tres hombres y no se volvieron a ver en esta tierra. No obstante, los tres deseos los marcaron profundamente. El pobre dedicó su vida a los más desamparados y su riqueza fluyó como río hacia los hambrientos. El científico dedicó su vida a sus investigaciones, pero, de cuando en cuando, recordaba el último deseo y se decía: "Antes no creía en los genios, seres sobrenaturales, pero ahora creo. No creo en Dios simplemente porque no tengo pruebas de que exista, pero ese genio sí creía en El". En el fondo de su conciencia comenzó a creer y su vida se fue iluminando por los misterios que nunca alcanzamos a comprender, pero que fluyen como rayos de sol sobre nuestra existencia.


¿Y de ese religioso? ¿qué fue de él? No lo sé. Un velo cubrió su vida y quizás en la otra orilla sabremos adonde fueron sus pasos. Quizás volvió al mismo camino para encontrarse con otros dos hombres y toparse con otra lámpara maravillosa. Sólo Dios sabe.

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