De Profundis

¿Cómo podemos entender lo inabarcable, lo más profundo de lo inefable?

A veces las analogías y las parábolas sirven un poco, pero la verdad abismante abruma.

Adentrarse en el conocimiento de temas arcanos es tan amplio que resulta peligroso, incluso hasta la locura.

Uno puede intentar la locura de querer conocer a Dios, de entender sus motivaciones y propósitos, cosas divinas que no dejan de sorprender.

¿Puede acaso uno imaginar lo imposible realizado frente a sí?

Podemos observar a ese Hombre que fue hecho a semejanza de Dios. Podemos observar su bondad y la multitud de sus milagros. Podemos sentir el aletear del Espíritu de Dios. Podríamos, pero surge el argumento de que no estuvimos allí.

¿Podemos percibir la manifestación de Dios en nuestras vidas?

Hay dones que son propios de nuestra naturaleza; es decir, amar, conocer, pensar, reir, cambiar, incluso llorar.

Sin embargo, hay dones que se nos ofrecen de una fuente, de un árbol divino. Esos dones están al alcance, de tiempo en tiempo caen en nuestras manos cual preciosas joyas, que no sabemos utilizar porque nos falta virtud, nos falta conciencia de lo sagrado.

¡Maldito tiempo en que vivimos, pues no percibimos lo sacro!

Ahora es el tiempo de despertar, de ver nuestra realidad transfigurada de verdades eternas, de amor infinito, de inteligencia y bondad absoluta con que todo se realiza para nuestro bien, por simple gratuidad de un Dios misterioso, que se urge en amarnos con locura insondable.

Despierta, amigo, llegó el tiempo de profundizar en los misterios divinos y ConocerLo.

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