Soñé con Dios

Estaba aquejado de un grave mal y el dolor me invadía, mientras esperaba el término de cada día en la cama del hospital.

 

Y me quedé dormido…y soñé.

 

En el sueño no veía nada, sólo me escuchaba a mí decir una y otra vez: Te amo, Dios mío.

 

Era una declaración sincera, que sentía se perdía en la nada, hasta que…

 

Algo pasó, algo sorprendente, que todavía hoy no logro comprender completamente: Dios me contestó.

 

Fue su respuesta de amor, pero se manifestó tan intensa que me desperté llorando de emoción.

 

Me sentí como abatido por un inmenso oleaje cósmico que pasó a través de mi ser, como si las estrellas se hubieran vuelto arena y cayera todo el universo a través de este pequeño embudo que es nuestro ser.

 

Pero no sólo fue una experiencia mental, pues cada célula de mi cuerpo vibró en sintonía con ese gran diapasón cósmico que con sus poderosas ondas casi me disgrega de éxtasis y placer.

 

Todos nos quejamos, unos más que otros, que nuestra experiencia de Dios es demasiado distante y difusa. Algunos incluso dicen que no hay contacto, y por eso niegan su existencia.

 

Después de lo que soñé (un regalo) comprendí que la experiencia de conocer y amar a Dios es verdadera y evidente, pero que somos demasiado pequeños todavía para comprenderla y poder responder a los diálogos de amor que tiene con todas sus creaturas. Unos más que otros logran aprender como hacerlo y son inmensamente felices, incluso en medio del sufrimiento. Muchos buscan caminos ‘alternativos’ para establecer este contacto, como son: riqueza, poder, sexo, fama, buena mesa, etc.; no obstante, se enamoran del camino y olvidan el fin. Es como enamorarse del teléfono que nos comunica con la persona amada. Suena extraño, pero este vicio de nuestro entendimiento, de confundir al vehículo de placer con el ser amado, nos aleja del verdadero amor.

 

Les deseo que tengan un sueño con Dios, es más, invítenlo y se sorprenderán.

No hay comentarios:

Variaciones de un mismo cuento

(Estilo Phillip K. Dick) Katai despertó en una realidad que no era la suya. El zumbido constante de la máquina de realidad virtual aún res...