El Angel de Murcia


Recorría las calles de Murcia, una ciudad al sur de España cuando a lo lejos divisé al Angel.

A medida que me iba acercando me llamó la atención un brillo dorado que salía de la mano alzada, como si me apuntara con una linterna. Fue tanta mi curiosidad que me acerqué y descubrí asombrado que sujetaba unas gubias y parecía como si me las ofreciera para realizar una obra maestra, inspirada por el mismísimo Dios.

Como no soy de caer en las trampas de la sugestión me di la vuelta, para irme, y me encontré de frente con un templo, con sus puertas abiertas, y al fondo pude ver al sacerdote en plena consagración de la misa. Eso me dejó pensando un rato en las coincidencias forzadas y la dejé en el cajón de mis recuerdos.

Lo más curioso de todo fue que en los días consecutivos, en caminatas con mi familia terminé 2 veces más enfrentándome a esta estatua tan particular.

Claro mensaje de que debo recuperar mi fase de escultor tallador.



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